LA HISTORIA
La Fundación Divina Providencia nació en 1993, en San Salvador, El Salvador, por el deseo de un grupo de personas, alrededor del Profesor Giovanni Riva, que deseaban trabajar en favor de jóvenes y adolescentes de escasos recursos, ofreciéndoles apoyo y asistencia a través de cursos de formación, actividades educativas y culturales.
Su actividad se basa en los principios de promoción humana y solidaridad social, en especial para los niños y las mujeres, promoviendo la educación de los mismos, además de ejecutar programas que contribuyan al desarrollo comunitario. La idea de la Fundación es en efecto aquélla de que jóvenes puedan ayudar a otros jóvenes, venciendo así el individualismo y también dando una oportunidad a quién no la tendría. Todas las actividades son dirigidas principalmente a crear los presupuestos de una humanidad más difusa en países que, como El Salvador, Honduras y Guatemala, son caracterizados por notorias dificultades económicas, políticas y sociales. Los voluntarios conocen a fondo la situación de los niños y de las personas, justamente por esta razón su dinamismo en el trabajo es notable.
El primer proyecto (de 1993 a 1995) fue una casa de acogida para las jóvenes de la calle, llamada “Paolo Miki Center”. Este sitio les brindaba atención médica y educativa; era un lugar dónde podían descansar y recibir comida caliente, además de la hospitalidad humana que los voluntarios, siempre presentes, les ofrecían.
En 1996, se inició la “Pequeña Escuela Popular”, en donde se impartían cursos de corte y confección, mecanografía y peluquería, a jóvenes madres de la zona marginal de “Las Margaritas”, en Santa Tecla. Las madres llevaban a sus hijos pequeños a las clases; y, por esa razón, paralelamente se creó una guardería, en la cual los estudiantes universitarios cuidaban de los niños. Con el tiempo, esta guardería se transformó en el Aula de Refuerzo Escolar y Humano “Las Abejitas” y continúa en la actualidad.
En 1998, durante la catástrofe del huracán «Mitch» los voluntarios de Fundipro organizaron grupos de trabajo que semanalmente visitaban Tegucigalpa, Honduras, para trabajar con jóvenes y niños del centro “Infop”, uno de los albergues más grandes de la región.
En el 2001, en ocasión de los terremotos que pusieron de rodillas a El Salvador, se trabajó en el albergue “Cafetalón” en Santa Tecla, El Salvador – donde se alojaron cientos de familias que se quedaron sin hogar – trabajando con los niños y niñas. En el albergue instalaron una escuela provisional que funcionó hasta la fecha de clausura del mismo (mayo 2001). En dicho lugar mantuvieron, a lo largo de todos esos meses, una presencia constante -día y noche- recibiendo diariamente de 15 a 20 voluntarios y un centenar de niños. La escuelita, llamada “Pequeño Rebaño”, estaba constituida por tres grados dirigidos por tres maestras, que coordinaban la labor de los voluntarios. El compartir diariamente con los afectados la situación difícil que vivían les permitió ser compañeros de ellos, ser partícipes de las dificultades y logros, dolores y alegrías; por esto escogieron como lema de todo el trabajo “Renacer Juntos”.
En el 2005, a consecuencia del Huracán Stan, se colaboró en el albergue “Adolfo Pineda” de Santa Tecla, El Salvador y para la tormenta Ida, en el 2009, y en la depresión tropical E-12, se abrieron unos centros de acopio, para poder llevar ayuda a las personas más necesitadas, además de trabajar directamente con niños y jóvenes damnificados.
En noviembre de 2012, a consecuencia del terremoto en el departamento de San Marcos, Guatemala, se emprendió un trabajo de colaboración con las personas afectadas en ese lugar, llevando víveres, frazadas, ropa, y sobre todo dedicando tiempo a los niños que se encontraban en los albergues, con los cuales se realizaron diversas actividades. Por varias semanas voluntarios permanecieron en esa localidad realizando dicha labor.
En octubre del año 2015, cuando una avalancha de tierra sepultó Santa Catarina Pinula, Guatemala, los voluntarios fueron a trabajar en el rescate de las víctimas y sucesivamente se dedicaron a la atención de los niños y jóvenes involucrados en la emergencia.